Todo intérprete, por dilatada que sea su carrera, conserva algunos recuerdos destacados vividos frente al atril. Se trata de momentos inolvidables que pueden ser de naturaleza puramente musical o que pueden contener elementos extramusicales. Trataré, en esta serie que hoy comienzo, de exponer algunos recuerdos de los del segundo grupo.
En cierta ocasión recibimos la noticia en la Orquesta Sinfónica de Burgos, de que se había acordado que recibiríamos en uno de nuestros ensayos una visita de unos cuantos niños sordos de Aransbur, la asociación de familias de personas sordas de Burgos. Se nos advirtió que, si bien estas personas no pueden completar el proceso de transformar la vibración de la onda sonora en sensación acústica mediante el sentido del oído, sí que pueden reinterpretar dichas vibraciones a través de su percepción por el tacto. De este modo, se indicó a aquellos niños que tratasen de percibir los diferentes tipos de vibración que se iban a dar lugar allí poniendo sus manos sobre los instrumentos.