El canto del Himno a Burgos en el Arco de Santa María, en el que participan los niños del comedor de ARANSBUR, puede que sea la cita más eficaz de todas las fiestas. No la hay más corta ni que emocione en mayor medida a los asistentes. En apenas 20 minutos, un numeroso grupo de personas se colocaron alrededor de una de las puertas por las que, en tiempos, se accedía a la ciudad, cantaron el tema que idearan Calleja y Zurita para honrar a la tierra sagrada en la que nacieron y, con las mismas, se marcharon. Aunque -por mor de la precisión- es imprescindible decir que no se marcharon «con las mismas» sino con el alma henchida de orgullo patrio y con los pelos como puritas escarpias.
Porque más de uno tuvo que tirar de gafas de sol para esconder los lagrimones que se le escapaban o fue incapaz de seguir adelante con lo del suelo bendito donde moriré porque no le acompañaba la voz debido a la congoja. Y si ya la cosa es estremecedora, el hecho de que un grupo de niños de la asociación de personas sordas ARANSBUR vaya interpretando la letra con lenguaje de signos lo remata. Ahí estaban esos niños lanzando las manos al cielo o llevándoselas al corazón según se iban sucediendo las estrofas y al mismo tiempo que la Federación Coral de Burgos y la Banda Ciudad de Burgos se lucían… Ay.
Por buscarle alguna pega a esta ‘interpretación popular’ del Himno, que es como se le llama en el programa de fiestas, sería la misma de siempre. La participación somera, escueta y prudente, tan burgalesa. Ese mover los labios musitando el himno, que ni siquiera los concejales lo dieron todo. En cualquier otro lugar, no dice esta cronista que se hubieran roto la camisa pero sí que, quizás, las voces llegarían, por lo menos, hasta el otro lado del río. Ayer salvaron los muebles varios mocetones con camiseta blanca y pañuelo rojo fiestero al cuello, los únicos a los que se les escuchaba alto, claro y sin rubor el tesoro bendito que España venera con honda emoción. Y tenía su razón de ser la cosa: Eran burgaleses ausentes que traían la fiesta de fuera.
Fuente: Diario de Burgos