No niegan que en los últimos años se han conseguido importantes logros para la comunidad: el diagnóstico precoz que hace que hasta se pueda empezar a trabajar con un bebé de nueve días nacido con sordera, los implantes cocleares que mejoran ampliamente la calidad de vida y la ley que reconoce las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas, son algunos de ellos. Pero el colectivo siente que está aún lejos de su integración total debido, según explicó ayer José Luis Arlanzón, «al aislamiento que provoca la propia patología y que es su peor consecuencia».
José Luis Arlanzón, director de ARANSBUR, afirma que se trata de una patología «que les hace invisibles», por lo que necesitan un mayor acceso a la formación y la información y el derribo de las barreras en la comunicación
Arlanzón, director de la asociación de personas sordas ARANSBUR, y codirector del curso de verano de la Universidad de Burgos (UBU) Nuevos retos en el abordaje de la deficiencia auditiva junto con Natividad de Juan, explicó que terminar con ese aislamiento «con el reconocimiento de una patología que les hace invisibles» es la principal reivindicación.